Porque después de esto …

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Tengo ganas de morirme escribiendo, ganas de que me duela el alma por última vez, porque después de esto, no volveré.
Tengo ganas de de abrir la carne de mi espíritu y que no cicatrice hasta que muera de dolor, hasta que me arrastre por la tierra a flor de piel, dejando mi pasado en cada mancha de mi sangre.
Dejando mi pasado en cada mancha de mi sangre …
Tragando las costras del sufrimiento pleno, porque después de esto, no volveré atrás.
Que me duela el corazón por ser un hijo de puta, a sabiendas que mi madre era una santa, que me duela el cerebro por lo cabrón que fui, porque después de esto, no volveré atrás.
Ay de tí decían, ay de mi digo, porque ahora mi motivo es sufrir plenamente. Patéame, golpéame; aquí estoy, vivo, porque después de esto no volveré atrás.
Después de esto, no volveré atrás …
El incansable invencible que se venció porque el dolor penetró tan fuerte que siguió siendo el infeliz, el bastardo, el hijo de puta, el pinche perro, el cabrón, el pobre diablo que se convirtió en Dios del dolor, pero al final, Dios.
Porque después de esto, no volveré atrás …
Porque después de esto, no volveré atrás …
Porque después de esto, no volveré atrás …
No volveré.

Un domingo entre semana

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24 horas del día, el sol proviene de Barcelona, todo puede pasar, una nueva oportunidad para tomar el día y disfrutarlo como Kentuchy, saborearlo hasta los huesos acompañándolo de su dulce ensalada.

El día me sonríe y le devuelvo la sonrisa, pues me enseña que probablemente sea el último día de mi vida. El sol ilumina todo mi cuerpo como un delicioso masaje en piel sensible, a veces quema, pero su esencia es delicada cual perfume con alma de feromonas, me hace caer enamorado por su aroma y destello aceitunado.

Mirando el sol a los ojos, vi que el rostro de Buda se vislumbra en su cuerpo, como un tatuaje impreso en los poros de mi piel. Conforme cae el atardecer, voy sintiendo el cansancio del día como el suicida hastío de la vida, pero entendí que en cada época de carencia hay una oportunidad de crecimiento, que como hierba en pipa se transforma en materia etérea para elevarse al cielo pasando por los 9 estados de preparación espiritual.

De las 19 a las 204 pasé mi vida disfrutando del elixir de la vida, con sabores picantes y dulces a la vez, haciéndome uno con el día, y el día, uno conmigo, como el efecto del ácido en Trainspotting, siendo un demonio en el cielo, formando el 28, describiendo la dualidad del infinito sentí cómo la muerte da vida y la vida muere para evolucionar.

Al anochecer, me quedé llorando y sonriendo, sintiendo el final del día que termina como el sol al ocultarse, mostrándose sonrojado como en Chile, pues sabe que en la noche encontrará la libertad de envolverse sin atarse, dando vida a la luna, siempre mística, siempre mágica, como un día domingo entre semana.

Comunicar sin hablar

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Labios enmudecidos
por dos cuerpos
que se abrazan
con furiosos alaridos.

Besos que expresan
más de lo que
las palabras pesan.

Caricias que permiten
comunicar amor
sin tono de expresión
pero todo lo transmiten.

Tu corazón habla con latidos
el mío contesta con
los mismos sonidos.

Tu sonrisa expresa alegría
incluso más que bailar,
brincar, hablar
o la misma poesía.

Eres tú la mujer que puede comunicar
con sus besos, caricias,
abrazos, cosquillas y sonrisas
lo que vale la pena callar.

Felizmente enamorado

500 Days Of SummerEnamorado de la figura de humo que dejó tu ausencia, de los besos que nunca cobraron vida, de los abrazos escazos, de tu presencia sin necesidad del tacto, de tus palabras invisibles, de tus ojos brillando como lunas llenas, del dolor que me provoca saber que me quieres, de tu decisión de no aceptarlo, de tu boca que quiere hablar sellada por el miedo, de mi corazón que se acelera cuando te siente, de la alegría que me da ver tu sonrisa, de tu lejanía tan cercana, de estar felizmente enamorado sin ser correspondido.

El amor como el viento, la amistad como fruto

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El viento, al igual que el amor, viaja libre expresando su ser a plenitud, sin ataduras ni tapujos, a veces, demuestra su fuerza devastadora, otras es calmo y benevolente con el que necesita esperanza. No se ve, pero demuestra su presencia al mover las cosas o al sentirlo pasar junto con nosotros.

El fruto, como la amistad, nacen del esfuerzo que se ha tenido entre dos seres, por un lado el humano, que le brinda cuidado, palabras de aliento, agua cuando no llueve, amor cuando el clima es hostil; y por el otro, el árbol que se nutre con los rayos del sol, el agua de lluvia o que le brinda el humano, la fuerza y el amor a sí mismo para llegar a ser un gran árbol y dar grandes frutos.

Vemos pues, que el amor mueve los frutos de los árboles, al igual que el amor mueve la amistad, si no se demuestra interés por un amigo o amiga, la amistad va muriendo poco a poco hasta convertirse en un fruto seco, que raras veces llega a volver a ser lo que era.

Maestros

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Los niños me enseñan a sonreír, incluso después de haber llorado.
Los ancianos me enseñan a discernir para no ser un desequilibrado.
Los jóvenes me enseñan que la locura le da sabor a vidas insípidas.
Los adultos me enseñan que la cordura va de la mano con acciones intrépidas.
Los árboles me enseñan a dar sombra al cansado, cobijarlo y permanecer de pie.
Las flores me enseñan a inspirar al desesperado, tranquilizarlo y compartirle miel.
Las nubes me enseñan que es bueno tapar el sol para guardar secretos.
El viento me enseña que es pleno viajar y despertar gratos alientos.
El sol me enseña que se debe tener fuerza para brillar después de haber llovido.
La luna me enseña lo agradable que es inspirar al espíritu que ha sufrido.
La vida me enseña todos los días a hacerle el amor.
La muerte me enseña todos los días a vivir sin temor.

Agua lava, agua calma

Las aguas se vuelven ardientes y furiosas como lava luego de ser expulsada del volcán; destruye todo, la paz que existe en los árboles, la tranquilidad de los valles, la armonía de los corazones. Al parecer, mientas más avanza, más destrucción hay, pero la misma naturaleza va apagando su calor y apaciguando su ira.
Lo mismo sucede con los corajes, enconos y rencores de nuestro ser, incluso, llega a dañar órganos del cuerpo. De igual manera, nuestro espíritu va apagando su ardor y apaciguando su ira, pero al final, es tiempo que jamás se recupera, y los daños, muchas veces tardan más tiempo, de lo esperado, en recuperarse, otras, son irreparables.
La mejor manera de evitar que el volcán haga erupción, es no provocarlo, es decir, transformando la lava en ríos de agua calma, que viajan en paz por su cauce, y que además, llevan vida para dar vida.

Flaco y sin bigote

 

Estimado caballero,
de figura lastimada
forrada de hierro.

Ambiguos los caminos
hacia donde señalan los molinos
jugozos y entrañables,
como deseables
de Dulcinea sus corpiños.

Nadie sabe para dónde el caballo del futuro se dirige,
pero tú y tu escudero, lo persiguen como su efigie
vivir loco y morir cuerdo fué tu lema,
como no recordarlo cuando acude la pena.

Hoy mi Rocinante son mis sueños,
mi escudero tomó mis anhelos,
y yo Quijote,
flaco y sin bigote,
parto con ellos siguiendo su trote

Carta de despedida

“Si alguna vez el polvo del olvido llega a borrar de tu mente mi recuerdo, ten presente ésta misiva o derrama una lágrima si es que he muerto…” Estrella del desierto.

Se puede empezar una historia con el beso de dos enamorados, con un pelícano cazando peces, un león descansando en las apacibles sabanas, pero no con el final.
Bien, ésta vez no hay otra forma de relatar lo acontecido. Nunca pensé terminar sentado en la sala de la Universidad escribiendo mis afectos por una estrella del desierto.
Todo terminó ayer cuando hablábamos por teléfono de una manera amistosa y cariñosa en la que yo me despedía de ella porque ya no tengo el deseo de seguir frecuentándola, puesto que decidió estar con otra persona. Le dije que siempre recordaría los momentos en los que estuvimos juntos, realmente fueron maravillosos para mí, disfruté cada instante de su compañía, no éramos novios, pero sí una gran pareja; como la vez en la que pensó vivir en provincia y me escribió una carta de despedida, cuando le declaré mis sentimientos, o aquella vez en la que anduvimos por un parque en bicicleta. Siempre traeré a mi memoria la primera vez que la ví, era tan bonita como una flor delicada de verano, sus ojos almendrados, su expresión seria, como una damita de clase alta, la boca tan bonita como una cereza en un postre. Recuerdo ése día, ni siquiera tenía ganas de ir a la boda de oro de los papás de mi amiga, pero hoy, agradezco haber ido y escribir bajo su carta de despedida.

Una suave brisa

El calor entre las cobijas comienza a sofocarme, al igual que mis pensamientos sobre ella, de repente, sin saber porqué, se alejó, dejó de contestar. Las agruras queman mi estómago y esófago, mi cuerpo y espíritu sienten un cansancio tal que ni siquiera estar acostado me permite reposar.

Despierto buscando alguna señal de ella en el celular, en algún lugar, no encuentro nada, sólo la dolorosa sensación del abandono combinado con un vacío en el corazón. Pongo música que me inspira, pero ésta vez no lo logra; decido salir. La noche se ve hermosa, hace tiempo que no sentía ésa paz nocturna, el viento helado que no quema, sino refresca, las estrellas iluminando mi rostro y las ramas de los árboles dejándose llevar por la suave brisa.

Cierro los ojos, un susurro me dice que todo estará bien, que no hay de qué quejarse, que todo trae una enseñanza, que el amor es libre y que las enseñanzas nos hacen fuertes como rinocerontes, pues son las que nos ayudan a seguir adelante con fuerza, con una coraza increíble ante las adversidades, pero con un corazón comprensivo y libre.

Una oración penetra mis sentimientos: ayúdame a aceptar tu voluntad y entender qué es lo que debo aprender, ayúdame a mejorar y a liberar lo que debo.

Abro los ojos y pareciera que nada ha cambiado, pero en mi corazón hay un viento helado que no quema, sino refresca, mis sentimientos iluminan mi rostro y se dejan llevar por la suave brisa.